2022 ha servido muy bien a César Franck en su doscientos aniversario de nacimiento, además de conciertos, la obra del maestro franco-belga ha sido grabada en varios volúmenes conmemorativos: una integral de su música de cámara en Fuga Libera, las obras orquestales completas en ese mismo sello, un próximo registro de su ópera “Hulda” por Palazzetto Bru Zane (ya en 2021 NAXOS se les adelantó con un registro completo también de esta ópera) y ahora también los dos magníficos trípticos para piano y las obras de madurez para piano y orquesta, disco que me ocupa esta reseña.
El sello francés MIRARE se ha encargado de este registro realizado del 26 al 29 de abril de 2021 en el Concertgebouw de Brujas con el pianista francés Tanguy de Williencourt, nombre nuevo para mí pero que ya ha dado de qué hablar con discos de Debussy, Brahms, Schumann, Beethoven y Schubert. Su carrera lo ha llevado a varios escenarios del mundo y ha trabajado con Maria Joao Pires, Christop Eschenbach, Stephen Kovacevich y Paul Badura-Skoda, ni más ni menos.
Este disco ya logró su cometido y es el de seguir desde este momento la carrera de este joven pianista de 32 años. Su arte pianístico es de primer nivel; con un sonido limpio, a momentos poderoso pero capaz de grandes sutilezas. Logra un César Franck de primera línea, técnicamente impecable, emotivo pero a la vez transparente. La toma de sonido logra un sonido ideal del piano, en toda su extensión así como el de la Orquesta Sinfónica de Flandes, que logra dos excepcionales intervenciones de la mano de la directora estoniana Kristiina Poska: para muestra el trabajo de los alientos; oboes y flautas en las Variaciones Sinfónicas y que suman mucho al color orquestal de esa obra. Igualmente el poderoso planteamiento en “Les Djinns” con soberbias y redondas intervenciones de los metales: las cuerdas lustrosas, el pulso firme. No se puede pedir más de esta orquesta que hace una de sus residencias principales en la ciudad de Brujas.
“Les Djinns”(Los duendes) basados en un poema de Victor Hugo, es un magnífico poema sinfónico en donde el Franck luminoso choca con el Franck oscuro y ominoso. La obra es una especie de síntesis entre poema sinfónico y concierto; la parte de piano es concertante. La orquesta no juega un papel menor; desde el crescendo orquestal inicial hasta algunas explosiones sonoras que contrastan con ciertos pasajes más líricos del piano. Nunca había escuchado una versión más convincente de esta magnífica pieza; quizás desde la versión de Ciccolini con André Cluytens.
En seguida viene esa magnífica página, tríptico, para piano solo que es el Preludio, Coral y Fuga. Franck era muy afecto a las trinidades (espirituales y musicales). Williencourt nos ofrece una versión que es en mi opinión la versión referencial de los últimos años junto con la de Antonio Galera. La interpretación de Williencourt es de una pieza; implacable, poderosa, transparente; mientras que Galera encuentra más momentos de poesía, Williencourt se lanza con una implacabilidad cercana a Bach. Es una pieza emocionante, profunda y a la vez de un poder emotivo como pocas de su tiempo y Williencourt nos emociona y nos deja con el alma pendiendo de un hilo.
Las Variaciones Sinfónicas, obra que en muchas versiones orquestales queda a deber por una prestación orquestal deslustrada, es también un tríptico: Introducción, variaciones y final. Aquí el magnífico comienzo casi improvisatorio del piano es interpretado con poesía y elegancia por Williencourt. Igualmente destaca el Franck volcánico, implacable, de dinámicas contrastantes. La última variación, de una atmósfera excepcional despliega un sonido difuminado, ideal. El final, pleno de chispa es delicioso por el trabajo de conjunto entre orquesta y solista.
El último tríptico; Preludio, Aria y Final es una magnífica obra que a veces no recibe su justa dimensión por la popularidad del Preludio, Coral y Fuga. Una obra serena de ciertas explosiones apasionadas pero mucho más clásica que su intrincada hermana mayor. Es una página sublime y al mismo tiempo poderosa; el preludio es un movimiento formidable y en las manos de Williencourt adquiere la gravedad adecuada sin jamás aminorar el paso. El aria también exhibe una flexibilidad de dinámicas y expresividad únicas. En el final, las poderosas octavas parecen no significar ningún problema a Williencourt. Una excepcional culminación de un disco ejemplar y que nos deleita a todos los que nos consideramos fervientes admiradores de la música de Franck.
Para escucharlo o conseguirlo inmediatamente.