Hace unos meses, David Allen, uno de los críticos del New York Times, escribió un artículo cuestionándose – y respondiendo – “¿Qué le pasó a una de las piezas más populares de la música clásica?”. La obra en cuestión a la que se refiere el artículo es la Sinfonía en re menor de César Franck.
Allen justifica sus argumentos con algunas estadísticas al respecto: de tener más de 35 ejecuciones en los 1930’s con la Filarmónica de Nueva York a 5 ejecuciones del 2010 al 2015.
Allen menciona a algunos de los grandes directores de orquesta que dirigieron la sinfonía y arguye que fue en el Reino Unido y en Estados Unidos donde la obra realmente alcanzó una fama excepcional como una de las sinfonías más interpretadas en el siglo XX hasta los 1960’s.
Como ocurre frecuentemente con los comentaristas de habla inglesa, latinoamérica no importa mucho en los datos generales ni tampoco otros países centroeuropeos. Habría estado interesante, por ejemplo, haber tenido una estadística de la evolución de sus interpretaciones en Francia, Bélgica y Holanda.
El gran escritor y musicólogo cubano Alejo Carpentier comenta en sus escritos musicales sobre el balance de la música programada durante la temporada 1954-1955 en Buenos Aires, Argentina: ahí habla que autores como César Franck únicamente tenían una obra programada en toda la temporada (en contraste con Schoenberg con 15 obras programadas o Ginastera con 8). Al respecto de esto comentaba; “Los públicos de las grandes capitales han escuchado tantas veces “El aprendiz de brujo” o la Sinfonía en re, que el anuncio de la ejecución de esas obras no provoca ya la menor curiosidad. Es posible también que el disco haya contribuido a esa saturación”. Eso ilustra que el repertorio de conciertos es cambiante desde hace años. Me llama la atención que Allen opta por no darle mayor atención a una estadística que presenta en su escrito: la Sinfónica de Chicago ha tenido un incremento en las ejecuciones de la sinfonía de Franck desde los 80’s y 90’s (más de 5 ejecuciones del 2010 al 2015), la Sinfónica de Boston en todas las décadas ha tenido registro hasta la actualidad de ejecuciones de la obra, si bien jamás alcanzando la década de los 1960’s en que llegó a tener 25 ejecuciones en un lapso de 5 años.
Que la obra se escuche 2 o 3 veces en un lapso de 5 años yo no lo vería necesariamente como una desaparición; Allen habla de cómo el éxito del Concierto para Orquesta de Bártok, comisionado por la Sinfónica de Boston, “corresponde con el declive (de la sinfonía de Franck)”. ¿Es este un declive o una modificación-ampliación del repertorio orquestal? ¿Hay una correlación entre Franck y Bartok? ¿Quién quisiera hoy en día escuchar – por ejemplo – la 5ª sinfonía de Beethoven 25 veces en un lapso de 5 años con la orquesta de su ciudad?
Los otros argumentos de Allen tampoco me convencen: Riccardo Muti, uno de los defensores de esta magnífica sinfonía en nuestros tiempos, en entrevista con Allen al respecto de la obra habla de que sentía que los músicos preferían otras composiciones. Allen trata de justificar de que “la relativa simplicidad de la obra para la orquesta puede ser percibida como una debilidad en una era que ha dado mayor importancia a la complejidad y al virtuosismo”. Pero entonces no se tocarían las obras del repertorio clásico o romántico tempranas; muchas de las cuales son mucho más simples y más fáciles de ejecutar que la sinfonía de Franck.
Me convence más la opinión de Muti: “frecuentemente fue ejecutada de forma superficial, así que llegó a un punto que para el público fue suficiente”. Aún así esto parecería implicar que el público es quien decide la programación de una orquesta y al menos en estas latitudes de Norteamérica latina no es así. Todo parecería indicar que la ejecución de César Franck está relacionada con el gusto de los directores de orquesta titulares y si acaso de los consejos o directivos de la orquesta. Hay muchas obras que hoy se tocan en las orquestas que dejan totalmente frías al público: ¿Un ejemplo? “Noches en los jardines de España” de Manuel de Falla.
La Sinfonía en re menor de Franck dista mucho de ser una obra de museo o ya enterrada por el tiempo. La Orquesta Sinfónica de la UANL, la orquesta de mi ciudad adoptiva de Monterrey, ha tocado dos o tres veces la sinfonía de Franck en un lapso de menos de 10 años. Esto significa que la obra está en el repertorio; una de las grandes obras del sinfonismo francés merece su aparición en las temporadas de conciertos. Su popularidad de antaño quizás obedece a un proceso de asimilación que ahora está más que superado: hoy la Sinfonía de Franck puede hacer su aparición en el concierto y hacer que el público disfrute de la obra como una obra de repertorio pero no necesariamente con el sentido de descubrimiento de sus inicios: su música ha pasado ya por una popularización que incluye caricaturas (¿Alguien recuerda la música de los Pitufos?).
Allen cierra su artículo con los siguientes pensamientos: “Hechos como estos nos dan una idea del conservadurismo continuo del mundo orquestal e impiden argumentar con contundencia que la (sinfonía) de Franck deba de ser resucitada. Lo más correcto hoy en día es diversificar lo que tocan los ensambles, en todos los sentidos del verbo. Inevitablemente, algunas obas lograran prominencia en el proceso, otras se alejarán. Si esa es la moral de la historia, está bien. El ascenso y caída de la sinfonia de Franck muestra que el canon puede cambiar – que el canon puede ser cambiado”.
Un cierre ambiguo; ¿Quería tomar la historia de la Sinfonía de Franck como una metáfora respecto al canon? Una defensa no es precisamente porque aunque trata de darle lugar a la opinión de Muti y la de Francois-Xavier Roth,también cita a algunos autores de estilo prejuicioso-conservador como Lawrence Gilman, mencionado con generosidad: “la inferioridad de su expresión musical”. El último párrafo de Allen parece indicar que coincide con los que desaprueban la sinfonía.
Pero Allen no responde jamás a varias preguntas básicas: ¿En dónde desapareció la sinfonía de Franck del canon? ¿Qué significa que una obra sea de canon? ¿Hay un canon o varios canones? ¿Se escucha lo mismo en Guadalajara, Monterrey, Filadelfia, Londres, Bournemouth? ¿Cuántas ejecuciones en cinco años deben de tener las obras de canon?
Probablemente la 25 ejecuciones que llegó a tener la Sinfonía de Franck con la Sinfónica de Boston en un lapso de 5 años sean demasiadas; ningún amante de la sinfonía (yo me incluyo) estaríamos de acuerdo en escucharla con tal frecuencia. De eso a decir que la obra ha salido del repertorio es otra cosa. Esto me lleva a un último punto: cuando queremos darle un sentido definitivo a un artículo habría que considerar lo que sucede con esa sinfonía en otras partes del mundo; no solo en tres orquestas principales de los Estados Unidos.
La sinfonía de Franck está viva, el bicentenario de Franck dio varios registros dedicados al compositor, incluyendo la sinfonía. Quizás no en las cantidades de antaño pero hoy el canon es muy grande; que Franck tenga un lugar en él habla más que satisfactoriamente de su lugar en la historia. Quizás nuestros cuestionamientos tendrían que ir hacia la falta de gusto de algunos directores de orquesta de hoy que decidieron ignorar una fecha importante para la música, tanto para Francia como para otros países en donde el lenguaje franckiano tuvo influencia, incluyendo México.