Se nos fue Giuseppe Taddei. Digo se nos fue pues para cualquier amante de la ópera, que se precie de serlo, su nombre representa una época perdida del arte operístico. Una época en donde el trabajo de la voz era privilegiado sobre la apariencia física. Una época donde la expresión del canto era lo primordial. Sin embargo, Taddei fue también un monstruo sobre el escenario, sin importar su corta estatura y constitución corpulenta el gran barítono genovés caracterizó a fondo cada uno de sus personajes.

En youtube se le puede ver cantando el Figaro de Mozart. En uno de sus raros lapsus pierde el texto de su aria “Non piu andrai” pero la caracterización y el aplomo siguen ahí. Se repone del error sin chistar y logra una ovación final. Un quehacer de artista que ha desaparecido en gran medida en la actualidad. Hoy tenemos que soportar a divos que detienen las funciones para recuperarse de un gallo o airadamente salen de una función después de que un público conocedor les muestra su desaprobación en un papel que no está hecho para ellos.

Quizá Taddei tuvo suerte en tener una voz “todoterreno”. Su emisión era ancha, el timbre redondo y su vibrato generoso pero controlado. Poseía una pasta oscura de sobretonos melifluos que se adecuaban igualmente al repertorio dramático que al cómico. Abajo no carecía de volumen y el registro alto era vibrante incluso hasta pasados sus 60 años. El fiato de Taddei era modélico de la misma forma que su fraseo. Fue relevante también en Taddei su capacidad para abordar las fiorituras de la música dieciochesca y el bel canto. Sólo en ocasiones su vibrato perdía su igualdad, afectando un poco el placer estético de su arte. En términos rigurosos de clasificación tendríamos que considerar a Taddei un lírico-spinto

El repertorio de Taddei comprendió más de 70 roles. Se encontraba a sus anchas en el repertorio italiano donde fue un gran exponente de Verdi, Puccini y los veristas. También mostró una disposición especial hacia Donizetti, Rossini y Mozart. Cantó a Wagner y Borodin en italiano.

Si en el mundo se le conocía sobretodo como un gran barítono cómico esta percepción era incompleta pues en Italia se le reconocieron sus aptitudes dramáticas que han quedado bien ejemplificadas en su generosa discografía. Al lado de uno de los Rigolettos (1952) más completo en disco podemos oponer su mercurial Leporello y un Dulcamara encantador y ejemplar. Su Scarpia posee mayor amplitud vocal que el de Gobbi y una gran variedad de sutilezas que lo ubican a la par de su contemporáneo. Su Falstaff arrogante y entrañable, es quizá la mejor creación de este personaje en el siglo XX. El Tonio de Taddei es amenazante incluyendo algún dejo de amargura. Gulielmo es todo un personaje romántico e impulsivo. Figaro (de Rossini) divertido y socarrón. Su Amonasro es uno de los pocos que dramáticamente estuvo a la altura de Callas. Ningún Macbeth del siglo XX ha sido interpretado con tal combinación de matices y amplitud vocal. Taddei abordó a Verdi con estilo y convicción, interpolando agudos tradicionales bien timbrados pero un respeto notable a las líneas vocales del maestro italiano.

Taddei murió y para muchos amantes de la música esto representa un momento sentido. Pero es difícil sentir verdadera tristeza por un hombre que vivió 93 años bien vividos, con una carrera longeva que lo llevó a trabajar hasta bien pasados sus 70 años. La nostalgia consiste en la pérdida de una época de oro.

LO MEJOR DE LA DISCOGRAFÍA DE TADDEI 1ª PARTE

La discografía de Taddei comprende desde los 1940’ hasta los 1990’s. Al comienzo de su carrera cantó con Gigli y hacia el final con algunas de las estrellas de la actualidad como Ramón Vargas, Dwayne Croft y otros. Quisiera destacar algunos de los registros de Taddei que considero imprescindibles en una discografía operística.

– Verdi: Faltstaff, FONIT CETRA 1950: Una de las mayores creaciones de Falstaff en disco. Supera la segunda grabación con Karajan en donde Taddei, con más de 60 años, está fenomenal pero la dirección es pesada y el reparto irregular. A sus 34 años Taddei se escucha fresco, en control total de sus facultades y la caracterización es incisiva. Su personaje mantiene la dignidad de caballero. Quisiera destacar su “L’ onore” en donde la línea vocal mantiene su homogeneidad sin caer en las exageraciones de artistas menores que han cantado el papel. Hay belleza vocal y verdadera mezza di voce cuando Falstaff declara que el honor es una palabra que se la lleva el viento. Su registro agudo es poderoso y firme en “no, no”. La plenitud de aliento más spinto que lírico al comienzo del aria nos ilustra la aptitud natural de Taddei para solucionar los escollos verdianos.

– Verdi: Ernani, FONIT CETRA 1950: Como Carlos V. Taddei corta una figura noble y sobria no carente de cierta fiereza en “Tu se Ernani!”. Taddei parece destacar el lado reflexivo del monarca “Oh, de verd anni” despliega concentración y una homogeneidad de línea de tintes medios.

– Verdi: Aida, varios sellos, 1951: Uno de los Amonasros más contundentes en una versión en vivo desde la Ciudad de México junto a Callas. Taddei fue uno de los pocos artistas de su tiempo que estuvo dramática y musicalmente a la par de la célebre diva. Sorprende el hecho de que en varios de los registros de Callas se prefiriera a voces en declive como Tagliabue en Forza o un Gobbi inadecuado en Donizetti o Rossini. Pocas veces se ha logrado tan soberbiamente la furia de “dei faraoni tu sei la schiava”, línea que en diversas ocasiones es limitada a un grito donde Taddei la resuelve con dinámica y amplitud, pasando por alto alguna inflexión verista que no me parece inadecuada.

– Verdi: Rigoletti, FONIT CETRA, 1954: Pocos rigolettos han aliado un sentido de aproximación belcantista – a un generoso compromiso con la tradición. Nótese el sublime “Non morir mio tesoro pietate” tierno y en impecable voz mixta – Podríamos mencionar el canto sul fiato y el fraseo de “Cortigiani”, las líneas bien dibujadas del cuarteto en donde varios barítonos parecen reducir su canto a un boceto.