Saint-Saens y Brahms con Alba Ventura, Eiji Oue y la OBC (11 de mayo) La temporada de la Orquesta Sinfónica de Barcelona i Nacional de Catalunya sigue creciendo en calidad a juzgar por los últimos conciertos. Fue buena idea la de incluir en un programa a Brahms y Saint-Saens, dos contemporáneos casi exactos y líderes respectivos de sus escuelas nacionales. Por otro lado, la inclusión del poema sinfónico “Le christ dans la banlieue” del compositor catalán contemporáneo Josep Soler fue un poco más discutible. Este fue mi primer contacto con la obra de Joseph Soler, uno de los compositores catalanes más importantes de la segunda mitad del siglo XX. “Le Christ dans la banlieue” inspirado en Flaubert es un poema sinfónico que no ofreció mayores cosas. Se trata de una obra genérica, similar a diversas partituras del siglo pasado en donde la voz personal que se escucha es la del anonimato. A algunos episodios líricos de cierta belleza (sobretodo en la escritura para cuerdas) se contrapone una escritura pesante, disonante, amarga. Los juegos timbricos son sobresalientes y el expresionismo inherente de la obra se disuelve en algunos fragmentos atmosféricos. El compositor recibió personalmente los aplausos del público, aplausos efusivos de un público que reconoce a una figura local. Me pareció ver que el Maestro Soler abandonó la sala después de su obra, lástima pues nunca está de más alguna lección de Brahms o Saint-Saens La primera parte concluyó con el Conciero para piano y orquesta #4 en do menor Op.44 de Camille Saint-Saens. Este junto con el segundo son las obras maestras del ciclo. El concierto posee las características esenciales del maestro francés; forma perfecta, claridad clásica e invención mercurial. La interpretación de la joven pianista catalana Alba Ventura estuvo plena de poesía y un toque excepcionalmente delicado. Los tiempos expansivos de Eiji Oue llevaron a Alba Ventura al límite de sus posibilidades (siempre manteniendo el aplomo y la limpieza, excepto en un pasaje del segundo movimiento). Me parece que Ventura tiene mucho que ofrecer en el repertorio español, francés y Mozart, sin embargo, compositores más pesados que Saint-Saens no me parecen adecuados para su temperamento y complexión. Ventura es un talento excepcional, un torrente de esencias florales que se transfiguran en el teclado. Hubo que escuchar lo que hizo con el andante del segundo movimiento, raras veces se puede escuchar esa dulzura e imaginación. El final, propiamente lanzado con el coral solo en la mano derecha acumuló fuerza emocional hasta la irrupción de los metales que entonan dramáticamente dicho coral de forma majestuosa antes de dar paso a una salva de arpegios en el piano. El público se entusiasmo al finalizar el concierto y Ventura regresó para interpretar un bis (parecía Faure) que fue como un bocado de cardenal; de nueva cuenta ensoñador, lírico… Me declaro conquistado por Ventura. En la segunda parte se interpretó la Sinfonía #1 de Brahms, una de las obras más poderosas y luminosas de este compositor antes de que comenzara a cultivar su vena amarga y otoñal. Fue una de las mejores interpretaciones en vivo que he escuchado de una obra de Brahms, un clásico que paradójicamente resulta elusivo a muchas batutas. Oue derrochó energía en el podio con movimientos entusiastas, gestos de un verdadero cariño por la música, la técnica de Oue es impetuosa y espontánea. El resultado fue una versión estupendamente planteada en el campo sonoro, solo los cornos fallaron en una o dos partes. Los tiempos escogidos fueron fluidos pero controlados, acercándose a lo expansivo en el último movimiento. En resumen puedo decir que la versión de Oue poseyó una espontaneidad que respetó la estructura a pesar que en la coda final el aceleramiento fue un tanto excesivo. El público aplaudió con gran entusiasmo con un Oue visiblemente emocionado y con un ensamble que reconoció también con entusiasmo la labor de su director. Para finalizar quisiera decir algunas palabras sobre Eiji Oue, director titular de la OBC. He escuchado comentarios que cuestionan la labor de este director, a pesar de una carrera distinguida. A veces creo que el chauvinismo y reticencia por tener a un director asiático al frente de un ensamble europeo hace que pasemos por alto la capacidad probada de un músico que ha llegado incluso al Festival de Bayreuth. Pareciera que es pecado disfrutar de la música pues se habla del desgarbo y ligereza de Oue en el podio. No me parece que su quehacer musical refleje banalidad, al contrario. Un músico que ama a la música es digno de aplauso. Ya quisiéramos en Monterrey a alguien que es lo opuesto al acartonamiento y a la rutina. Disco de la semana L’Orfeo de Monteverdi por Rinaldo Alessandrini en Naive. Ya pasó la efusividad de los 400 años del Orfeo de Monteverde, primera ópera maestra en la historia de la música, sin embargo las grabaciones siguen surgiendo con razón justificada pues es una obra extraordinaria que prometía un drama musical que no se iba a conseguir hasta el barroco tardío. Se puede hablar de la belleza de la escritura, el colorido orquestal y lo sublime de las líneas vocales, pero L’ Orfeo es sobre todo expresión. La versión de Alessandrini se coloca en la cúspide de las grabaciones actuales de la ópera, al lado de la de Emmanuelle Haim. Aquí tenemos un reparto italiano cien por ciento y esto se disfruta en el manejo del texto. Furio Zanasi, artista versátil, es un Orfeo abaritonado de voz expresiva y calida. A su lado destaca la desgarradora mensajera de Sara Mingardo con su voz oscura de contralto. Sergio Foresti canta un Caronte incisivo y tenebroso y Antonio Abete hace lo propio con Plutone. Luca Dordolo es un Apollo ejemplar con una coloratura excepcional. La dirección de Alessandrini es espontánea, ningún otro director había presentado una versión tan comprometida con el flujo del drama. Las improvisaciones y decoraciones son realizadas con clase. No se puede pedir más. L’Orfeo sigue siendo una obra desconocida y subvaluada en México. Varias ciudades de la república no han visto el estreno de esta obra. ¿Cómo va a poder escucharse ante la falta imaginación de los programadores? Puccini y Traviatas ad nauseam… esa es la dieta de México. Ya les hablaré un poco sobre esto en mi siguiente columna.