Tras la muerte de Pavarotti, diversos periodistas musicales y melómanos presentaron su listado de grabaciones referenciales que van de lo absurdo a lo acertado. No podía quedarme atrás en este aspecto ya que siempre es un placer regresar a la discografía de este gigante de la ópera del siglo XX.
De entrada debo de alertar a los incautos que crean que su grabación del “Otello” de Verdi es referencial. Aquí, más que en cualquier otro papel grabado la falta de fuelle de Pavarotti en el registro medio es patente. Su inexperiencia escéncia en el papel lo hacen escucharse como un Otello enano, con perdón a su grandeza.
Dejémonos de creer en fantasías y vayamos a la sustancia. El siguiente es un pequeño listado de lo mejor de Pavarotti en disco:
1) Pietro Mascagni: L’ amico Fritz(1968): Se trata de la única grabación que Pavarotti realizara para EMI. Aquí Pavarotti muestra una frescura tímbrica que de alguna u otra forma se perdería a fines de los setentas. La belleza del fraseo y la delicadeza de su canto componen un Fritz estilizado. Acompañado por la igualmente pletórica Mirella Freni.
2) Vincenzo Bellini: I Puritani(1973}: Me asombra que únicamente en “Gramophone” hayan reconocido la grandeza de esta grabación. Quizá junto al Elvino y al relativamente reducido Tebaldo Arturo es uno de los papeles Bellinianos que Pavarotti cantó con garbo en su plenitud. Un rol de gran dificultad, Pavarotti canta un fa sobreagudo en falseto en su último número. Podemos remitirnos a su amoroso “A te o cara” que ejemplifica muy bien esa cualidad única del joven Pavarotti; la delicadeza de su fraseo con un timbre fresco, pleno, completamente reconocible. Pero si lo que nos place es su pirotecnia hay que escucharlo al lado de Sutherland en el célebre dueto.
3) Gaetano Donizetti: Lucia di Lammermoor (1967 y 1971) Entre los papeles emblemáticos de Pavarotti está, por supuesto, su Edgardo. Para mis oídos Pavarotti tiene exactamente lo que se requiere para este papel, ductilidad en todo el registro, una voz lírica expresiva y una línea vocal de ensueño. Su Edgardo nunca cae en el terreno de ligero y esa es una virtud que redondea a este personaje determinado y trágico. La primera grabación es en vivo y nos lo presenta al lado de la inmensa Renata Scotto, una combinación trepidante aunque Pavarotti todavía no tenía redondeada su creación. Para 1971 (Decca) Pavarotti le tiene la medida al papel y además de la frescura y espontaneidad se da el lujo (ayudado por el estudio) de cantar un mano a mano con la Sutherland que estaba todavía en su madurez.
4)Giacomo Puccini: La Boheme (1972) La grabación de estudio en Decca une en una de esas raras ocasiones a Karajan con Pavarotti y la encantadora Mimi de Freni. Se trata de uno de los roles representativos de la carrera de Pavarotti. La ópera lo acompañó también en sus recitales (incluyendo algunos números en su último concierto en Monterrey)y con ella realizó su debut oficial en 1961 (se conserva una grabación). En 1972, Pavarotti llevaba 11 años cantando el papel y se nota el canto con amore, la brillantez de la voz, el timbre substancioso, cálido y el sentimiento que puede desarrollar al lado de la Freni.
5) Giacomo Puccini: Turandot (1973) Estaba tentado a añadir una grabación de L’ elisir, otro de los roles emblemáticos Donizettianos de Pavarotti. A pesar de lo espontáneo que se escucha en la grabación de DECCA la dirección de Bonynge carece de verbo y algunos de sus compañeros no son adecuados. Su grabación posterior en DG tiene un reparto más redondo a costa de una voz que ha perdido la frescura de antaño. No podemos dejar de lado ésta Turandot que es la grabación más redonda de ésta ópera en lo que se refiere a solistas, orquesta y sonido. Pavarotti aborda el papel de Calaf con su tenor lírico expresivo y matizado. Se trata de un rol que cantó poco en su carrera pero lo ha dejado para posteridad (existe otra grabación en vivo al lado de Caballe). Hay que reconocer que una “Nessun dorma” de Pavarotti en su plenitud es irresistible pero la autoridad que muestra en la escena de los acertijos nos presentan a un Pavarotti heroico e inusualmente alerta a la frialdad apta de Sutherland.