Julian Barnes se ha constituido como una de las grandes plumas de las últimas décadas, el escritor inglés ha mostrado un cuidado excepcional para trazar sus personajes, pero lo más importante es que siempre tiene algo qué decir, ya sea echando mano de escenarios históricos o actuales.
Con “El sentido de un final” (Publicado por Random House en inglés y Anagrama en Español) Barnes nos provoca una reflexión fría de nuestra vida a través de la narrativa de Tony Webster su protagonista. Académico retirado, Webster es un hombre entrando al otoño de su vida, una vida por demás poco interesante, mediocre podría decirse. Aparentemente Webster ha sido más un espectador que un partícipe; sus relaciones afectivas han ido y venido, incluso mantiene una relación relativamente distante con su hija.
La obra es una doble reconstrucción de hechos pasados y la forma en la que Barnes logra captar nuestro interés es genial; el libro se lee en dos sentadas. La primera parte es un recorrido breve por la niñez de Webster, principalmente su amistad con Adrian Finn, brillante compañero destinado a grandes cosas y su noviazgo con Veronica Ford., mujer intelectual de gustos categóricos. Ambas relaciones culminarán de una forma abrupta aunque en esta primera “versión” los elementos ominosos parecen atenuados por una narrativa fría y poco comprometida.
La segunda parte torna una temática aparentemente cotidiana en una especie de tragedia griega a través de la reconstrucción de la historia, realizada por Webster propiciada por su reencuentro con Veronica. Esto le permitirá hacer frente a la verdad, ocluida por el paso del tiempo.
Al final, la suerte de Webster nos parecerá patética pero a la vez nos dejará con una indiferencia en contraste con la fuerza y dignidad que adquiere el personaje de Veronica.
A lo largo de estas dos partes, la ironía del humor inglés, las reflexiones acerca de lo efímero de la vida – y los recuerdos – contribuyen a que en turno realicemos una introspección. Tópicos como la causalidad de la vida, las palabras calladas y un cierto – y odioso – elemento determinista están relacionados de tal forma que al final no podemos dejar de pensar en las líneas tan exquisitas que separan nuestra vida de la de aquellos cercanos a nosotros.
Leída en inglés, “A Sense of an Ending” nos cautivará con la erudición de Barnes, erudición que posee también un dejo de cotidianeidad y que la despoja del saborcito esnobista de otros autores.