Después de ocupar un tiempo leyendo algunos libros sobre política cultural así como la “Utopía” de Moro, me sumergí en el campo de la novela con “La Sonata a Kreutzer” de León Tolstoy. Llevaba años sin regresar a la obra del Conde Tolstoy desde que en mi adolescencia y juventud temprana había leído casi de forma corrida la trilogía de novelas “Infancia”, “Adolescencia” y “Juventud” así como su última novela “Resurrección”. En aquellos años me atrapó su capacidad descriptiva y ojo clínico de la sociedad rusa del siglo XIX así como el idealismo y sordidez que se desprenden de diversas páginas.
Se podría decir que algunos de los trabajos de Tolstoy son fundamentales para construirnos una representación o idea de las costumbres y sociedad rusa de la segunda mitad del siglo XIX. Quizá algunos momentos de su producción nos puedan parecer caducos – a la vez que fascinantes. Así mismo, sus grandes novelas como “La Guerra y la Paz”, “Anna Karenina” y “Resurrección” quedan como grandes pilares de la literatura universal. Sus ensayos políticos y filosóficos en los que ha establecido su postura socialista, cristiana y pacifista siguen siendo muy estudiados en la actualidad.
Hace poco leía su “Carta a los liberales” que data de 1898 y me sorprendió su vigencia actual. Tolstoy nos habla del gobierno ruso de fin del siglo XIX pero parece como si se refiriera a los gobiernos mexicanos del último cuarto del siglo XX y principios del XXI. Líneas como “Me parece que ahora es especialmente importante de hacer lo que es correcto discretamente y persistentemente, no sólo sin pedir permiso del gobierno, pero conscientemente evitando su participación. La fuerza del gobierno radica en la ignorancia del pueblo, el gobierno lo sabe, por lo tanto siempre está opuesto al verdadero conocimiento” describe muy bien la ideología de un sector importante del gobierno mexicano así como sus secuelas actuales tan dominadas por los medios televisivos.
Pero no me desviaré del tema principal de este escrito. “La Sonata a Kreutzer” (1889) es una novela corta de Tolstoy, de esas que se pueden leer en una semana. No me parece uno de los más grandes trabajos de Tolstoy si exceptuamos su fuerza descriptiva. Su mensaje está muy ligado a la hipócrita sociedad aristocrática de su tiempo. En ese aspecto Tolstoy consiguió una novela contundente que hasta fue condenada en Estados Unidos por Theodore Roosevelt. Sin lugar a duda la obra cimbró convenciones y apariencias pero hay poca luz en el relato cáustico y borrascoso de Posdnichev.
La “Sonata a Kreutzer” es una obra amarga. Un relato de celos y engaños. No me refiero a engaños maritales sino al peor de los engaños; el engaño a uno mismo. Ni Posdnichev ni su esposa tienen la valentía de asumirse como víctimas de una sociedad a la cual no pueden contraponerse. Tolstoy hace una crítica a las costumbres maritales de la época, la hipocresía y los celos. De estos últimos hace un gran tratado en la figura de Posdnichev, prácticamente el único protagonista. Es paradójico que Tolstoy, tan crítico de Shakespeare, haya escrito una obra que es la reencarnación de “Otello” en el siglo XIX. Porque los celos de Posdnichev son brutales y catastróficos como los de Otello y ambos mal fundados.
Al final de la novela (en algunas ediciones) podemos encontrar un postfacio aclaratorio de Tolstoy en cuanto al sentido de la obra; “en nuestra sociedad, gracias a las ideas acerca de las relaciones amorosas, no sólo como condición imprescindible de salud y como placer, sino también como un bien de la vida noble y poético, la infidelidad conyugal ha llegado a ser en todas las clases sociales el acto más frecuente”. Tolstoy seguidamente da algunas soluciones al problema; “hay que cambiar la concepción que se tiene del amor carnal, que hombres y mujeres sean educados en sus familias y por la opinión pública de tal modo que antes y durante el matrimonio consideren el amor y las relaciones sexuales que son su consecuencia, no como un estado poético y sublimador, como lo hacen ahora, sino como un estado bestial, humillante para el hombre, y que la violación de la promesa de fidelidad que se da en el matrimonio sea castigada en la opinión pública por lo menos igual como se castigan las violaciones de los pactos pecuniarios y las estafas comerciales, en vez de ser glorificada, como se hace ahora, en novelas, poemas, canciones, ópera, etc.” Ciertamente este postfacio ilustra mejor su pensamiento y filosofía conyugal que su novela, la cual es un desenmascaramiento social sin propuesta. Algunas ideas del postfacio son interesantes y a momentos exponen un neo-puritanismo con tintes de feminismo. Pero al final de esto no puedeo dejar de pensar en Chesterton quien criticó a Tolstoy “por lamentarse de las alegrías de los hombres”.
“La sonata a Kreutzer” termina abruptamente sin ofrecer una reflexión externa a las acciones de Posdnichev. Sus viajes expiatorios en tren buscan el perdón en el prójimo, accidentalmente. Perdón que no encontrará jamás en su familia. Quizá Tolstoy ha querido sacudir a sus lectores, despertar su conciencia con este relato de homicidio. El único punto de encuentro entre la filosofía de Tolstoy y su personaje Posdnichev se da en la primera parte de la novela, en la cual el personaje expone su exacerbadamente pesimista punto de vista sobre el matrimonio.
Tolstoy ha creado un personaje brillante en Posdnichev, tan desequilibrado que el mensaje de la obra se pierde en buenas intenciones pues definitivamente este no es el tipo de sujeto que inspirará reflexión sino rabia y compasión. (al igual que el Otello de Shakespeare o el de Boito o Verdi).
La música es un ingrediente seductor de la novela. La sonata para violín y piano #9 en la mayor, op. 47 llamada “Kreutzer” de Ludwig Van Beethoven es el catalizador final de los celos de Posdnichev antes de sorprender (en una escena casera pero no sensual) a su esposa con Trujachevski el violinista. “La música influye espantosamente… de una manera irritante… La música me hace olvidar mi situación verdadera; me transporta a un estado que no es el mío, bajo su influjo me parece que siento lo que en realidad no siento, que comprendo lo que no comprendo, que puedo lo que no puedo”.
No sé si la opinión de Tolstoy con respecto a la música sea muy cercana a la de Posdnichev. La evocación del influjo de la música sobre su esposa e invitado, su propia influencia en su pensamiento es la que despierta una vez más sus celos pero de forma climática y terrible. La música le ha recordado a Posdnichev su humanidad hueca, su incapacidad de transfigurarse como ser humano y su existencia mediocre, rodeada de comodidades y convencionalismos sociales, pero mediocre al fin. Reconoce el “desconocimiento” completo de su esposa, algo que Trujachevski ha logrado en unos cuantos encuentros (no de índole sexual).
Como tratado filosófico del pensamiento moral rocoso y puritano del Tolstoy de los últimos años “La Sonata a Kreutzer” fracasa miserablemente. Para ello hay que remitirnos al postfacio. Como novela descriptiva de una mente decimonónica torturada y patética, víctima de la voluntad de su sociedad, vale la pena leerse.