Como el viento que cambia de dirección abruptamente así se ha revalorado la importancia de la producción Donizettiana. Desde la década de los 50s del siglo pasado se comenzó a comprender que el maestro de Bergamo era mucho más que el compositor de L’ Elisir y Lucia di Lammermoor. Mientras más oportunidad hay de explorar la última etapa creadora de Donizetti más riquezas son descubiertas. Se puede constatar que Donizetti estaba evolucionando a un tipo de drama compacto, claramente antecesor de la estructura del Verdi maduro. Únicamente sus trabajos para Paris, que requerían de otro tipo de concepto operístico, están concebidos en grandes proporciones.
Es absurdo que varias de las óperas de los últimos años de Donizetti sean tan ignoradas en comparación con las de su etapa media. Ignorancia que nada tiene que ver con la calidad musical y dramática de estas sino por una falta de compromiso en rescatar música que verdaderamente vale la pena y por la escasez de voces que pueden hacer justicia a este maestro.
Me parece que es posible trazar 4 etapas creativas de Donizetti como compositor de óperas;
1ª etapa “temprana”: 1816 – 1829: Se trata de los primeros trabajos del maestro desde sus años de estudio en Boloña hasta la composición de “Il diluvio universale” para el Teatro San Carlo de Nápoles. Estilísticamente encontramos a un compositor que va desarrollando su propio estilo pero sufre una fuerte influencia de su maestro Mayr y sobretodo Rossini. Los trabajos más destacados son “Zoraida di Granata”(1822), “L’ ajo nell’ imbarazzo”(1824), “Le convenienze ed inconveniente teatrali”(1827). “Elisabetta al castello di Kenilworth” (1829) e “Il diluvio universale” (1829)
2ª etapa “1a madurez”: 1830-1834: Donizetti logra desarrollar un estilo personal partiendo del belcanto rossiniano del que todavía hay trazos de influencia, incluyendo ocasionalmente estructuras operísticas dilatadas, usualmente en dos actos. Partituras destacadas son “Imelda de Lambertazzi”(1830), “Anna Bolena “(1830) su primera gran obra de madurez, “L’elisir d’ amore”(1832) que es su primera obra maestra cómica y confirma el talento de Donizetti para este repertorio (ya demostrado con “L’ ajo” y “Le convenienze”), “Lucrezia Borgia “(1833) su primera ópera importante en un formato compacto y “Maria Stuarda” (1834)obra de buen instinto dramático.
3ª etapa “Consagración y etapa final en Italia”: 1835-1838: Donizetti alcanza la cima de la ópera italiana (con cierta rivalidad de Mercadante) tras la muerte de Bellini y el retiro de Rossini. Su estilo se afianza y adquiere sobretonos de mayor amargura y dramatismo. Establece definitivamente (salvo en Lucia di Lammermoor) una estructura operística compacta. Las óperas más destacadas son: “Lucia di Lammermoor”(1835) que más que un parteaguas constituye una gran síntesis de su madurez, Belisario (1836), “L’ assedio di Calais” (1836) primer intento en incorporar elementos franceses dentro de su concepto de ópera, “Roberto Devereux” (1837), “Maria de Rudenz” (1837) una de los dramas más concentrados de Donizetti y “Poliuto” (1838) la última ópera compuesta en Italia.
4ª etapa “Etapa final, Francesa”: 1839 – 1843: Su estilo se adapta a la escuela francesa, se aprecia un nuevo cuidado orquestal, cultiva una cierta austeridad vocal y un colorido serio, solemne, a momentos oscuro. Las grandes óperas de estos últimos años son: “La Fille du Regiment” (1840) su Ópera Comique más encantadora, “La Favorite” (1840) una de dos grandes óperas francesas, “Maria Padilla” (1841) obra de gran poder destinada a Italia, “Linda di Chamounix” (1842) su mejor ópera semiseria, “Caterina Cornaro” (1843) una excelente obra injustamente desconocida, “Don Pasquale” (1842) la última obra maestra cómica, “Maria di Rohan” (1843) uno de sus mejores dramas, compuesto para Viena y “Dom Sebastien” (1843) su canto de cisne, una obra maestra poderosa y oscura.
Es interesante señalar la consistencia musical y dramática de los últimos años de Donizetti, algo que se podía percibir ya desde finales de su tercera etapa. Ciertamente el maestro de Bergamo, en la parte final de su carrera no merecería el calificativo de desigual, su capacidad de componer con rapidez era legendaria pero sería importante considerar la maestría artística con la que se enfrentó a los trabajos que captaron su interés y lo mejor de sus habilidades dramáticas. De ahí que de Maria Padilla en adelante debemos considerar que sus óperas son todas de primera línea y definitivamente establecen el camino que el joven Verdi habría de seguir.