Así como varios conocedores y amantes de la ópera no podemos dejar de asociar el rol de Lucia di Lammermoor con Joan Sutherland (con perdón de los callistas), tampoco podemos dejar de reconocer la creación insuperable que Maria Callas ha realizado de la Norma de Bellini. En esta ópera no son suficientes la vulnerabilidad o el canto perfecto; Norma es un personaje intenso, al rojo vivo, cuyas sutilezas ocupan un segundo plano con respecto al carácter dramático.
Quisiera compartirles algunas reflexiones sobre el segundo registro que Maria Callas hiciera de Norma en estudio (para EMI). Nos encontramos con una Callas en gran control dramático del papel, no siempre de medios vocales. Contrastándolo con su primer registro, este segundo gana en cuanto a dominio total de las posibilidades dramáticas y expresivas del difícil papel. Además, el reparto de este segundo registro es ejemplar en cuanto a voz por voz si lo contrastamos con su primer intento donde apenas contaba con un adecuado Pollione de Mario Fillipeschi y una dramática pero algo declinante Ebe Stignani.
Callas aunque se encuentra bien en el registro medio y grave tiende a perder firmeza en los agudos. Usualmente escuchamos una musicalidad escrupulosa y una entonación ejemplar, incluso en los agudos, pero al sostenerlos el vibrato es tan laxo que incluso tiende a variar una nota completa en los intervalos. Por supuesto que compensa los problemas vocales con la caracterización. Sin embargo hay por lo menos uno que otro momento que quizá hubiera sido más impactante con una mayor fiereza vocal.
Pienso, por ejemplo, en el “vanne orsu mi lascia indegno” en donde le falta esa furia que usualmente sabe mostrar en algunas de sus mejores creaciones como Medea, Gioconda, Tosca o Carmen (en disco).
El resto del reparto es de primera por un lado y cumplidor del otro. Franco Corelli es un Pollione heroico que canta en el mejor estilo posible para él. Nunca trata de hacer una lectura verdiana de su rol sino que incluso a momentos se percibe esa elegancia, característica inconfundible de la línea Belliniana. Es un modelo de Polliones, ideal en tamaño de voz con respecto a el inadecuado Pavarotti y un punto más sutil que Del Monaco, un verdadero general romano.
Christa Luwig está entre lo soberbio y lo cumplidor; Por supuesto sus medios vocales son siempre de primer nivel, sin embargo su caracterización se queda en el boceto de Adalgisa (el segundo papel de importancia de esta obra) La voz amplia, se escucha juvenil y redonda de emisión, canta con un gran cuidado pero este se vuelve excesivo en donde esperaríamos un poco más de fuerza (recordemos que aprendió el papel para esta grabación). En muchas ocasiones queda en el lado sobrio del canto.
Nicola Zaccaria es lo cumplidor. Con una voz que a medida que la escucho más me parece la de un bajo-barítono, no carente de matices interesantes pero con un registro grave de poco peso y resonancia y un vibrato siempre característico.
La dirección de Tullio Serafin es de lo mejor, un gran Belliniano que logra recuperar de la partitura esa elegancia clásica. La partitura está llena de expresividad sin llegar al verismo. Aquí se muestra al gran director que era, incluso los recitativos los trata con un gran cariño de fraseo. Batuta excelsa en pocas palabras. El único pero es que la partitura recibió los cortes tradicionales de los 1950’s. En este sentido la primera de Sutherland de los 1960’s sobrepasa en texto empleado a la de Callas.
En suma esta grabación es indispensable para los fanáticos de Callas y una Norma atractiva para los aficionados de la ópera o curiosos de lo que Callas podía hacer con este papel. Por su conjunto total estaría en las primeras opciones de estudio (muy pocas por cierto) de esta obra, probablemente no en la cima sin embargo lo mejor es irresistible.