“Ya he comentado en mis cartas que él (Mily Balakirev) estaba molesto conmigo desde hace un tiempo, a momentos agresivo y también exigente. Llegué a casa de Liudma Shestakinova – ahí estaba Mily; irreconocible. Se suavizó y me miró con ojos afectuosos. Finalmente, incapaz de saber expresar su afecto, suavemente tomó mi nariz entre dos dedos y me dio un sonoro beso. ¡No pude más que reírme! Seguramente adivinaste la razón de este cambio (en su comportamiento). Rimsky-Korsakov le había comentado que yo estaba trabajando en una nueva sinfonía” Alexander Borodin
No es extraño que en la historia de la música encontremos grupos de compositores con ideas afines. Pero ningún grupo ha sido más famoso que el de compositores rusos que definieron el nacionalismo musical de su país; llamado en el mundo hispano “Los cinco” pero es más correcta la traducción “El poderoso puñado”. Para el melómano e incluso para aquel que no lo es tanto no es difícil encontrarse con los apellidos Borodin, Mussorgsky o Rimsky-Korsakov. De los dos restantes hay uno que fue una de las máximas influencias de la música rusa del siglo XIX. Nada menos que el líder del grupo. Pero comparativamente su música se escucha menos en contraste con su calidad.
Quizá por su carácter legendariamente voluble (bien ejemplificado en la carta de Borodin que se puede leer arriba) que en ocasiones lo llevó a separarse de sus amigos, Balakirev no pudo ganarse un lugar firme en el repertorio. Únicamente después de su muerte se valoró su producción que desde entonces no abandona las orquestas rusas pero raras veces se encuentra en el resto de Europa y mucho menos en América.
La calidad musical de Balakirev es más difícil de acceder que las melodías amplias de un Borodin o la orquestación espectacular de Rimsky-Korsakov.
El 29 de mayo (16 de mayo de acuerdo al calendario juliano que en aquel tiempo operaba en Rusia) se conmemoró el centenario luctuoso de este maestro que formó e influyó en toda una generación de compositores rusos incluyendo Tchaikovsky. Es un momento oportuno para descubrir su obra.
Era un compositor extremadamente lento y autocrítico por lo que su producción es pequeña; una de sus obras maestras es “Tamara” (1867-1882) que dura un cuarto de hora pero tardó 15 años en ser compuesta (¡un minuto de música por año!). Las fluctuaciones en su carácter y la inseguridad en su propia obra revelan una bipolaridad subyacente que únicamente pareció ceder al final de su vida cuando se refugió en su fe cristiana ortodoxa.
Entre las obras de Balakirev se encuentran dos sinfonías, tres poemas sinfónicos, música incidental, oberturas, dos conciertos para piano y orquesta y música para piano. Detengámonos un momento en algunos trabajos relevantes.
“Tamara” poema sinfónico para orquesta, es una de las obras más conocidas de Balakirev. Basada en una balada de Lermontov que relata la historia de una bella pero malvada princesa cuyo canto atrae a los viajeros a su castillo encantado al lado de un río. Después de una noche de pasión, la princesa asesina al viajero y tira su cuerpo al río. La obra muestra una armonía refinada y oriental pero la brillante orquestación se inscribe dentro de la escuela rusa. La introducción lenta es característica de las mejores obras de Balakirev. Comienza con una figura ondulante en la cuerda que representa al río. El tema de amor de Tamara se escucha por primera vez en el corno inglés. El pasaje del asesinato es violento y retumba toda la orquesta pero pronto regresa la placidez del río que desvanece en su quietud al cadáver del viajero.
Junto con Tamara, la Sinfonía # 1 en do mayor es la obra más popular de Balakirev. Se trata de una obra monumental de gran belleza que fue trabajada de 1864 a 1897. Diversos directores de alto perfil se han interesado en esta obra maestra del sinfonismo ruso. Podemos mencionar a Thomas Beecham, Herbert von Karajan y Evgeny Svetlanov entre otros. El espíritu de la rusia oriental parece permear los cuatro movimientos. El largo – allegro vivo inicial posee un tema que surgió de antiguos cánticos sagrados rusos. El scherzo vivo parece salido de las estepas rusas al igual que el andante. El final posee algunos cambios de ritmo sorprendentes y contrasta un tema vivo y festivo con otro melancólico.
La sinfonía # 2 en re menor (1900-1908) es el mejor secreto guardado de Balakirev y digna hermana de la primera. Obra en cuatro movimientos en donde destaca la forma cíclica de material temático similar que aparece en cada uno. Las sonoridades novedosas como corno y oboe en el segundo tema del primer movimiento provienen de un oído sutil. El scherzo imita a las gaitas y la romanza un ambiente coral. La obra cierra con un ambiente de danza en donde la polonesa tiene un lugar de honor.
Balakirev desarrolló un estilo de una organicidad rusa muy agradable. Su fuerza, energía, colores voluptuosos ubican a sus mejores obras entre lo importante de la escuela rusa. Ahora depende solo de ti de darle una oportunidad.